domingo, 15 de diciembre de 2019

la incompresible insensatez de la insignificancia.

En el albor de lo que hoy conocemos como “el todo”, en una fracción de un momento casi incalculable del tiempo, el reloj de la existencia se puso en marcha hacia su inevitable pero lejano fin, y en el trayecto de esa marcha una joven estrella fungió como la fragua que en sus incandescentes entrañas moldeaba los elementos que una solitaria y estéril roca usaría para convertirse el centro de lo improbable. por eones la estéril roca se moldeo por los salvajes embates de un joven y caótico universo, sometiéndola a una metamorfosis lenta pero progresiva hacia el equilibrio primordial para que las variables más esquivas de todo lo conocido, se conjugase para crear la irregularidad más compleja pero aun así inverosímil, como si se tratase de un capricho de un entrópico sistema.
Lento e inhóspito fue su camino hacia el equilibrio de sus inestables fuerzas, el equilibrio cíclico que seria predilecto para que organismos tan diminutos y engalanados con una simplista belleza proliferaran como única ley de su inverosímil existencia. Por milenios las simples formas de vida fueron mutando, proliferando, dividiéndose y muriendo. la vida y la muerte han caminado de la mano en el mismo segundo que una primitiva célula proceso su primera molécula de oxígeno. resultaría obvio pesar que la vida fue primero que la muerte, que para morir un organismo tendría que estar vivo, pero nuestra concepción de vida y muerte es tan poco clara, sesgada y unilateral para dar un veredicto claro. es por ello que en los tejidos rocosos de nuestra “Gaia” se hallan tallados los vestigios inequívocos de la brutalidad de las grandes fuerzas que dominaron su entorno, que en cinco ocasiones han hecho rugir los tambores de la extensión tallando en los genes de los organismos venideros el miedo irracional a la muerte, evidenciando la fragilidad de su primigenia estructura y la poca importancia de la vida para este sistema altamente regulado.
Debido al sistema cíclicamente regulado la vida en su forma mas compleja fue buscado la forma de adaptarse mediante la prueba y el error en una carrera interminable contra la extinción, renovándose una y otra vez para crear al organismo idóneo para resistir los embates de su entorno, pero también como un acto de lo “inexplicable” para preservar la conciencia universal, es por ello que de las entrañas de la madre Gaia un organismo se levantó como digno heredero de milenios de constante cambio, moldeado a la imagen y semejanza de su progenitora que le daría todo, sin recibir nada a cambio.
Nacidos de la improbabilidad, nacidos del hambre de la preservación, nacidos con la única misión de ser la conciencia física del sistema o un paso más que dar hacia un renglón evolutivo mas alto, por siglos estas criaturas fueron moldeando sus sociedades a complejos entramados dejando la simplicidad de donde provenían, enalteciendo su superioridad ante las criaturas que rodean y se inclinaban ante su indulgencia, provocando que su megalomanía responda a su sesgado pensamiento de superioridad, conllevando a su hipocresía a ser los artífices de crear dioses a su imagen y semejanza olvidando por completo aquella madre que con fuego y agua los moldeo, que su permisividad los dejo proliferar y así olvidar por completo la irrelevancia de su existencia para la vida de Gaia.
Su ciega intolerancia los hizo carceleros de sus propios deseos, de su insana e insaciable hambre por más, su conocimiento los hizo los depredadores máximos que este entorno haya podido sufrir, su nula empatía para aquellos que no fueran los vástagos de sus cerradas sociedades los hizo déspotas creando un sistema absolutista donde ellos se autoproclamaron como el alfa y el omega, como los dueños irrefutables de cada rincón de la ya golpeada Gaia.
Solo cuando este escenario se debelo ante sus impávidos ojos se percataron que mediante sus acciones promovieron la claudicación de su existencia dentro de este finito ciclo que desde antaño señales ya les daba, pero aun así con impío desdén seguían gritando… “progreso”. Solo cuando ya no había marcha atrás, solo cuando la línea del no retorno había sido dejada atrás, solo cuando las grandes sequias aparecieron, las grandes inundaciones, la desapariciones enteras de pueblos a causa del más intolerante frio o el más abrazador calor, dieron paso a las plagas y grandes mortandades que pregonaron con macabra autoridad, solo cuando ese instante llego; intentaron de manera inútil y tardía revertir el daño causado, intentaron escuchar el grito desgarrador de Gaia, pero no pudieron escuchar nada, ya era tarde, demasiado tarde.
Años de absoluta negligencia en la sobreexplotación y la insaciabilidad del consumismo convirtió a valles fértiles en paramos desérticos y estériles, a lagos vibrantes en ciénagas putrefactas salidas de los rincones más oscuros del orswolrx, el aire que antaño era puro ahora era una concentración de polvo y miasma que quemaba a los pulmones con su putrefacto hedor, hedor que palidecía con el aglutinamiento de muerte hirviente en que se convirtieron los siente mares. Pero y aunque todos estos cambios climáticos y geológicos provocados por sus propios actos los había arrinconado hacia un abismo, no fue esto lo que los sentencio a la extinción, si no de nuevo su propia mano. Viéndose arrinconados ante un fin cercano optaron por tomar la irracionalidad como dogma y procedieron a disputarse los últimos vestigios de los que alguna vez fue Gaia. Hermanos contra hermanos, pueblos contra pueblos, civilizaciones contra civilizaciones, se sometieron ante la violencia al no encontrar un enemigo en común, la culpa iba y venia y el fin llego con un estruendoso sonido proveniente del más atroz ingenio de la absoluta insensatez de la insignificancia.
Nave exploradora: Goulthar II
Bitácora del capitán Euwit-Yuu
Día solar 1274
Localización: Supercúmulo V/ grupo local 2/ galaxia VL / brazo de orión/ sistema solar n-1934/ tercera planeta más cercano a su estrella.
Nombre de registro: tierra-Gaia.

escrito por: Carlos Miguel Colmenares.
 #COP25

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