domingo, 22 de diciembre de 2019

La noche blanca

El viento seco sopla inmisericorde contra las paredes de metal de la susodicha ciudad conllevando a que la corrosión que se evidencia por el tono rojo y anaranjado pálidos que salpican los rincones húmedos y fétidos que componen esta caja enorme de sobrepoblada extensión, que los lugareños llaman hogar. Cuando la noche cae en estos lejanos paramos las familias corren a resguardarse del incesante frio que hace rechinar el inerte metal del edificio, las puertas con un mecánico sonido se cierran herméticamente para no dejar entrar la pestilente miasma que en las noches se acentúa en la superficie estéril de este longevo y golpeado mundo.
En la silenciosa protección de las paredes de metal, las leyendas y recuerdos de tiempos perdidos saltan de boca en boca de los ancianos, para ser trasmitida ante los curiosos y atentos oídos de los más pequeños, que con ilusión en sus soñadores ojos se puede mirar un pequeño recuerdo de lo que fue y que por egoísmo sus antepasados dejaron perder.
Un conocido cuento toma protagonismo es están particulares fechas, donde su protagonista cambia y se adapta a favor de aquel que lo cuenta, pero aun así manteniendo el centro de aquel longevo relato en el viejo y desgastado árbol que en el centro de la plaza popular se posa aun firme en sus golpeadas raíces. los niños embelesados por la historia ponen a trabajar su infinita imaginación moldeando el relato con su onírica e inocente perspectiva.
Uno de estos imaginativos oyentes, una pequeña y pecosa niña se aventura motivada por la fantasía soñadora que de la boca de su anciana y enferma abuela escucho. como una solitaria comadreja se adentra en los rincones frió y oscuros de la fortaleza de metal, con su desgastada mochila a la espalda sube por las escaleras, se esconde en los rincones de los Merodeadores y en las tubería y alcantarillas de sus negros sabuesos acompañantes. Inteligente y sagas la niña mueve sus pequeñas piernas a través del corroído metal, de las rechinantes escaleras que se elevan de manera circular hasta la cima de la fortaleza. su pequeño cuerpo paso a paso siente como el oxigeno deja de ser suficiente para tal desgaste, pero aun así, con su rostro cansado, su mirada un en la cima se mantiene firme, será por el encanto de ver aquello que en el cuento de su abuela escucho, o por algo mas allá… tal ves una promesa, tal vez la inocencia mas dulce motivo a tal puro ser, a arriesgarse para poder cumplir un lejano recuerdo de una vieja y decadente mente.
La niña ya cansada inhala y exhala con tanto furor como sus pequeños pulmones se pueden permitir, preocupada y algo asustada la niña recuerda las palabras de su padre, intenta clamarse y respirar profundo, se recuesta de la fría pared y toma de su espalda a la desgastada mochila en forma de oso, la cual con habilidad abre y de la cual saca una pequeña y rudimentaria mascara antigases con un tubo que va a su mochila y el cual se conecta a una pequeña bombona de oxígeno de color amarillo. La niña se pone la máscara y abre la manilla de la pequeña bombona, y poco a poco comienza sentir como su cuerpo se relaja ante la presencia del puro oxígeno. Después de haberse tomado u merecido descanso y con su pequeña mascara puesta mira a la cima que cada vez esta mas cerca, así que con ilusión pone marcha de nuevo pero de la nada una gruesa y profunda voz resuena, la pequeña se sorprende y con miedo mira la proveniencia de la voz, y allí entre la oscuridad un hombre con ropajes negros, una máscara antigases amenazante y un enorme sabueso la miran con sorpresa, la niña al instante se percata que es un Merodeador, con desilusión la pequeña niña rompe en llanto al darse cuenta que su camino ha terminado,  gimotea al verse incapaz de cumplir la promesa que le hizo a su anciana abuela, pero en la desilusión una pequeño gesto de cariño sorprende a la llorosa niña. el enorme Merodeador se acerco a ella y con una suave voz le cuestiono a la niña del por que su llanto, la niña entre gimoteos le explicó al hombre que quería ir al ultimo piso para poder tomar algo de la llamada “arena blanca” que se posa en esta época en la azotea de la fortaleza, pero que ahora él la tendrá que regresar con sus padres a los pisos inferiores y la promesa con su abuela no podrá ser cumplida.
El hombre con voz amigable le dice que por cuestiones que aún no puede entender debido a su corta edad, no pueden subir hasta la azotea. la niña al escuchar tal negativa llora aun más fuerte, pero el hombre con calma le vuelve hablar y con apacibilidad le dice que tiene que dejar de llorar y escucharle, ya que tiene una mejor idea, la niña con interés le escucha; poco a poco sus llorosos ojos comienzan a vislumbrar algo de esperanza, la niña con alegría por las palabras del hombre le toma la mano y con calma bajan hacia los pisos inferiores.
por el camino se encontraron a diversas personas que en la noche deambulaban y otros Merodeadores que con sorpresa y nerviosismo los saludaban, la niña no entendía el por qué la reacción de las personas… pero tampoco le prestaba atención, con rapidez llegaron a los pisos inferiores donde encontraron al nervioso padre de la niña que con ansias la buscaba, al verla el hombre la abrazo con tanto cariño que solo un padre desesperado podría trasmitir, el hombre agradecido se dispuso a agradecerle al hombre que había traído de vuelta a su pequeña, al verle el hombre se ahogo con sus palabras, entre tartamudeos logró articular palabra y con incredulidad grito.
-Merodeador Alfa! -.
La niña al escuchar aquellas palabras recordó a quien se referían con aquel nombre, era nada mas ni nada menos, que el jefe de la sombría fortaleza, aquel que con mano de hierro vigila el orden dentro la sobrepoblada estructura. El merodeador alfa al ver la sorpresa del hombre explica la situación, y pidiéndoles con educación a los presentes que escuchen su petición; con desconcierto y algo de aversión los presentes escucharon incrédulos, paro al ser su palabra ley dentro de estas paredes, los presentes asintieron aceptando tal petición.
Con rapidez la orden fue trasmitida, con el bullicio generado las diferentes familias se  fueron despertando con curiosidad de sus cubículos, poco a poco a las personas se comenzaron a aglutinar alrededor del viejo árbol que casado posaba, de la multitud el Merodeador Alfa salió justo a la pequeña y pecosa niña mientras ambos ayudaban a una anciana mujer, con lentitud ante los ojos de los presente caminaron hasta los dominós del viejo árbol, del cual guindaron una pequeña y brillante esfera roja. ante la acción de los tres individuos las demás personas hicieron lo mismo, guindaban prendas viejas, utensilios gastados, juguetes rotos, pero un y con toda esa amalgama de objetos de diferente índole, el árbol que hasta hace poco lucia sombrío y tétrico ahora relucía hermoso bajo la luz de la luna.
Ante un portentoso grito del Merodeador Alfa que marcaba el accionar ante su orden, todos los presentes se pusieron sus máscaras, niños, adultos, ancianos y hasta los animales. Con otro portentoso grito una siguiente orden fue dicha, el cual fue trasmitida de piso en piso a través de gritos y el cual el último grito resonó en el último piso diciendo;
 -Abran las escotillas!!-.
Lento y pomposo poco a poco lo que la niña conocía como arena blanca fue cayendo ante sus ojos, con alegría la niña gritaba y celebraba, le mostraba a su abuela aquella arena blanca que en tanta historia había escuchado, la abuela con ternura miro a la pequeña y con suavidad le dijo.
-no cariño, no es arena, se llama nieve o es lo que nos dejaron-.
Ante los ojos de los presentes los miles de copos de nieve fueron volatilizándose ante la apacible luz lunar, las monótonas noches que marcaron los corazones de los presentes por décadas se trasformaron en ese instante en una brillante, una blanca y pura que con esplendor le daba vida al maltratado árbol, y que esperanza le daba a los solitarios corazones, es así como la navidad se vivió ciento cincuenta años en el futuro y la noche blanca fue llamada. 

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